De El ángel y su estirpe

Silene, Univesidad de Granada (1981)

 

HECHIZO EN LA PALABRA

“Hay que preferir siempre lo más trágico”

Oscar Wilde

Una fecha prepara la nostalgia

y vuelve atrás el brillo de una luz y un aroma.

Septiembre se hizo el mes y veintiséis el día

que a la noche condujo.

Tú lucías veinte años seguros en belleza;

tenía yo la edad de un sueño ajeno al tiempo.

 

Puede que aquellos versos vencieran tu reserva o, acaso, mi insistencia derribó tus temores.

Pero lo que fue cierto es que el beso prohibido se hizo carne en mi lecho con silencio solemne, que el levísimo roce de tus labios me supo a sentimiento de que lo hacías consciente del valor de tu acto, consciente de quererlo.

Que la dicha después abriera mis caricias,

nadie pudo impedirlo.

 

Vino la oscuridad y el rito se hizo lucha

de sábanas y brazos; mi boca despertando

tus frutos más remotos. Intimidad de piel,

sin rastro de recuerdos, elevaba la sombra.

En camino hacia el sueño, compartir un cigarro nos dio la pauta lenta, insinuación o llama al compás del olvido que remansa la vida.

Es cierto que una noche

puede borrar a tantas de soledad y miedo.

 

 

EL RETRATO DEL MARCO

I

Niño que fuera yo, y mi fotografía encuentre el movimiento capaz  de devolverme al tiempo aquel.

La luz

engarzada de querubines

y el lirio sin acecho

grabando su inocencia por mis plantas.

 

¿Cuántos retablos mancilló la aventura fatal

de enumerar los años?

El álbum familiar

amplifica la duda, vierte

su desazón a pulsos de guijarros

dibujados, inciertos, en el azogue gris

de repetidas sombras.

 

Niño, vuela, regresa

al ovillo primero del fértil vientre

que nunca, nunca debiste desgarrar.

Imagina una excusa, haz algo, huye;

atrasa los relojes

y fíjalos en la breve canción

que cerraba tus ojos al ocaso.

 

II

Me has descubierto ahora

en la imagen del hombre que contempla

·        noria inútil los días-

el devenir terrible de la piel arrugada,

esa turbia pregunta de para qué,

hasta cuándo,

y una mueca de loco por respuesta.

 

Mejor romper ya todo, no abrir puertas, jamás, que guarden ángeles.  No hay ayer, no hay mañana;

el hoy es este instante,

sin más fe que el latido

y sin más solución

que el refugio de un cuerpo en otro cuerpo.

 

 

DESNUDO AGOSTO

Evocar es rendirse o maldecir tu nombre.

Si te hablara de un cuerpo, no sería tan rotundo:

un paisaje de piel que resume la vida.

No pude huir de tu belleza

y abarcaron mis ojos tu entera desnudez.

 

Me supe enajenado en la insistencia

y resolví el enigma del placer de crearte

sin ya nada importarme de tu vida

ni el juicio de los otros.

 

Rincones indagué con mi codicia,

y quiero que lo sepas:

he gozado tu abrazo

como en la noche aquella

que fui tu solución indispensable.

 

 

EL TIEMPO VENCIDO

“Y bebí un vino fuerte, como

sólo los audaces beben el placer”

Konstantino Kavafis

Y resbalé en la noche, vencido el cuerpo

por las ganas de encontrar una mano

que detuviera el vértigo

de la angustia febril de mi locura.

 

Desde el lamento con sabor a suelo

una voz distinguía, lejana, extraña a mí,

como extraña a los vivos es la muerte.

Incomprensión, sorpresa; el frágil equilibrio

de unas horas fugaces se había desvanecido.

A mi lado creía un bulto hermoso

incapaz de entender desde su piel de ángel

la desesperación de mi derrota.

 

Y es que el hombre está solo,

y a ello consiente seguro de su triunfo,

por más que se diluya o multiplique

en los vanos intentos de ser complementario

de otros nombres que acechan

tentadores su centro indisoluble.

 

Tú eras conmigo, en el tiempo reciente,

mi sueño azul de soles encontrados,

la plenitud en forma, la alegría

del niño al descubrir la vida.

Y un instante después

(el vino fuerte, el placer, el humo suave)

te habías evaporado, por la sola razón

de un paso en falso al dirigirme a ti.

 

Ah, destino del hombre que obcecado se empeña en seguir ilusiones;

que el dios de las quimeras

le guarde en el engaño,

la única verdad que hará vibrar su alma.

 

 

AL FILO DE LA NOCHE

Cansado estás al fin

de pretender el beso como único aplauso.

Abundaste en el mal y pequeño te ha sido

en la limpia intención del compromiso

que siempre hiciste tuyo sin saberlo.

Del bien y su alegría no te vino el reposo.

Qué quedaba después sino precipitarte

en la nada posible del olvido.

 

Nada te ha sido fácil, y por eso te creces

de abandono en tu absurda mañana

de triste almohada y duro desafío,

dispuesto a demostrarte que la vida empieza hoy aunque los signos pretendan lo contrario.

Querido Julio, atiende; no es por desconsolarte,

pero como no rompas la fe de tu memoria,

inviertas los caminos y aprendas inocencia,

tu fértil corazón se va a parar un día

de tanto amar a alguien.

 

 

ALTIVA LUCIDEZ DE LA MIRADA

“Ya, dulce amigo, huyo y me retiro de cuanto simple amé; rompí los lazos.  Ven y verás al alto fin que aspiro.”

Epístola moral a Fabio

I

He largo tiempo vadeado amores

que nunca conocí, más fuera justo

intentarlo de nuevo. En soledad y luz

sepultar cuerpos núbiles;

dignidad aprender en la derrota

y una sonrisa sabia en los mis ojos.

 

Vuestras gracias de ayer sólo eran tales formándose en mi espejo, en él desvaneciéndose si, súbita, la espalda.

Fértil fue el tiempo

si el dolor destacaba mi túnica;

fértil o más si la alegría.

No temáis, no os olvido:

sois la vieja costumbre de quererme.

V

Ahora quiero decirlo:

me sabe a mar el cuerpo

y tengo la memoria cautivada.

Me asiste el privilegio de la buena fortuna,

que no busca laureles

sino la remisión en la Belleza.

 

Vano ha sido el silencio.

No imploraremos más la tolerancia

que nos cede rincones

donde ocultar, oscuros, la limpia claridad.

Con aquellos que hacen de la luz

unión en su linaje,

sin otra voluntad que nuestra ofrenda,

pido que el hombre alcance su horizonte:

constante rebelión.

 

VI

¿Quién, sabiendo el remedio,

acepta el mal como mejor amigo,

sino el que, liberado,

no teme veleidades de su cuerpo?

Así yo o el asombro

del deseo, mi verdad.

 

No te turbes, muchacho;

escancia el vino y puedes retirarte